miércoles, 26 de noviembre de 2008

La terapia del durazno

PRÓLOGO: Hoy día no he comido nada. Una cucharada de cereal y nada más. He estado con el estómago lleno todo el día.

Desde el viernes, día que se me inflamó el ganglio y empezó todo mi infierno, he querido un juguito de durazno. Me iba a comprar uno antes de tocar, pero Alonso me dijo que mejor no, que mejor tome agua. Le pedí un jugo a Camila hoy, y me trajo de naranja. No se puede tomar mucho jugo de naranja a la rápida.

Mientras que el jugo de naranja me hizo devolucionar y sentirme mal, no logró satisfacer a mi subconsciente. Finalmente le pedí a mi papá el preciado jugo de durazno. Me lo trajo, y acto seguido me tomé 3 vasos al hilo. Me eché un ratito en la cama, aluciné, y luego salí disparado al baño, vomitando estrepitosamente por todos lados. Como cualquier buitre, fue doloroso, y sentí que no iba a acabar nunca.

Después de todo, me senté en un sillón, casi calato porque toda mi ropa estaba buitreada, moviendo las piernas como un chibolo. Carajo, que bien me sentí, por un momento. Ahorita he vuelto a la fatiga (aunque no tan usura) y tengo un dolor de cabeza (que sí está bien usura). Pero la terapia del durazno funcionó. Es más, por un momento tuve hambre.

No hay comentarios: