sábado, 31 de enero de 2009

Taxi

No sé si será por enfrentarse a la jungla todos los días, tener que regatear cada carrera, o a causa de las reflexiones que puede generar estar en un carro todo el día, pero los taxistas, sin necesidad de educación, parecen dominar el discurso más efectivamente que Alan García y pueden ver dentro de tu alma de maneras que varios psicólogos podrían envidiar. Las filosofías sobre las mujeres, los carros, la política y el tránsito que se manejan los taxistas podrían dejar turulato a cualquiera.

A veces quizás con limitaciones técnicas, aunque, quien sabe, quizás la repetición constante de secciones irrelevantes de una frase o el uso de palabras que no tienen nada que ver pero suenan bien son parte de la complejidad del pensamiento del taxista: No entiendes ni michi, pero si unes las tres o cuatro palabras coherentes que te arrojan, puedes sacar una idea que lleva a reflexiones mucho más profundas.

Sea hablando de cual es arriba y cual es abajo, o haciendo chistes homofóbicos sobre Rafael Rey, los taxistas parecen, y enfatizo el parecen, y lo repito, parecen, parecen siempre tener la razón.

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